jueves, 7 de abril de 2011

A la calle!.

El ritmo de la moda es tan trepidante en este nuevo siglo de moda, que se han perdido hasta las formas. Las maneras, de un mundo, el del lujo, en el que la finura, las buenas maneras y el buen gusto se suponen que están impresas en cada detalle, desde las invitaciones de los desfiles hasta la publicidad de las firmas o el envoltorio de las prendas, ha dado paso a la chabacanería de un negocio que cada día se parece mas a un mal capítulo de Dinastía en el que Alexis Morrell Carrington Colby se hacía con el control de las acciones de las empresas Carrington en un batir de estola de visón.



Christophe Decarnin  ha sido despedido fulminantemente de la dirección creativa de Balmain, la firma a la que le había devuelto, en sólo cinco temporadas, la cobertura mediática que la firma había perdido cuando Óscar de la Renta abandonó la casa para dedicarse a su propia firma. Decarnin, cuya única virtud estilística ha sido saber mezclar con habilidad elementos de modas de los 80's, desde Michael Jackson hasta Tina Turner pasando por Claude Montana, Alaïa y Mugler, ha presentado durante estos años la misma colección una y otra vez, camiseta desgastada, blazer skinny, pitillo y botines. Cuando lo mas destacado de una colección, lo que mas se comenta sobre ella, es que a los pantalones se han arremangado levemente y los botines han sido sustituidos por zapatos de salón, es que la colección tiene muy poco que ofrecer y muy poco que rascar.


El trepidante ritmo de la moda no recordará mucho tiempo a Decarnin, ni nadie se pasará tres días en la cama del disgusto de haber perdido a este "creador" al que sus propuestas, "su creaciones", no han aguantado las embestidas del Tuiter y el hecho de que su mano derecha, la verdadera publicista, la mano que mece la cuna, Emmanuelle Alt, la que su trabajo como estilista en Vogue consiguió poner de moda el nuevo Balmain, lo haya abandonado por un puesto bastante mas goloso. ¿Sería que era ella quién inspiraba sus colecciones o era ella la verdadera directora creativa de la firma y él sólo un muñegote?.


El talento de este diseñador pendía del estrecho hilo que lo unía a Alt, roto éste, su cordura se tambaleó de tal manera que terminó ingresado en una institución médica por agotamiento mental, quién sabe si gracias a la presión a la que están sometidos los diseñadores estrella, gracias a la falta de una propuesta seria, de talento, o por no tener nada nuevo que ofrecer. En su ultimo desfile lo mas destacado fueron la incorporación de unas botas blancas que sustituían en parte a los botines con flecos y tachuelas.



El mundo del lujo, al que se le suponen buen gusto y glamour, ha decapitado a Decarnin mientras estaba de baja e ingresado en una institución médica. ¿Qué ha sido de las buenas maneras?. Uno de tus diseñadores estrellas que al fin y al cabo es uno de tus trabajadores, enferma y mientras está ingresado, os recuerdo que no tiene amigdalitis, aprovechas para darle puerta. Me pregunto si le habrán enviado un burofax al hospital con la carta de despido o habrá ido el mismo Bernard Arnault a llevarle la carta al siquiátrico y mientras le daba un puré, con la otra mano le ha hecho firmar el finiquito. Me parece de una crueldad extrema, por parte del grupo LVMH, engullir de esa forma a sus trabajadores, exprimirlos y tirarlos a la basura en cuanto le dan el mas mínimo problema, cruel, despiadado y de muy mal talante.


Lujo, glamour, resultados económicos, ventas...parece ser que el grupo que preside el Señor Arnault ha olvidado que trata con creadores, con artistas, con gente que puede tener un inmenso e imaginativo talento pero cuya salud mental pende de un hilo muy fino, gente a la que se debería cuidar y mimar hacerles sentir seguro y a salvo de este mundo tan voluble y caprichoso que es el mundo de la moda, y no, no hablo de Decarnin.