¿Es necesario?.

Cinco días de pasarela, millones de euros de presupuesto (en concreto tres), caídas de cartel todas las temporadas, modelos españolas que son muy buenas y que trabajan mucho fuera de nuestras fronteras pero que no lo hacen aquí, vestidos que no llegan a tiempo, prisas e improvisaciones de última hora, avalanchas mediterráneas, camisas de Zara, Galliano presente en cada conversación, propuestas de verano en pasarelas de invierno, zapatos que son como ladrillos, modistas que van de estrellas, estrellas que no venden, puntos de venta que en vez de aumentar disminuyen cada edición y mucho alcohol....esto ultimo bebido por un servidor.


¿Es necesario que nuestro país tenga una pasarela dentro del calendario internacional?. Perdón. ¿Tiene nuestra pasarela presencia en el calendario internacional de desfiles?.¿Somos una potencia mundial en cuanto a la industria textil, excluyo a Zara y Mango de la pregunta?. La respuesta es NO. Entonces,¿Por qué hay una semana de desfiles?.¿Nos sobra el dinero para malgastarlo subvencionando a diseñadores cuyas colecciones carecen, en la mayoría de los casos, de producción?. La respuesta es NO.

La anteriormente conocida como Pasarela Cibeles y ahora como Cibeles Madrid Fashion Week tiene ya 25 años de existencia, casi todos los que estos días desfilan ya lo hacían hace mas de 25 años y rara es la excepción de los que han crecido, industrialmente hablando, gracias a dicha pasarela. La excepción puede ser, por ejemplo, Ángel Schlesser que se ha llevado el premio a la mejor colección de esta edición otorgado por uno de los patrocinadores. Creo que el premio no es a la mejor colección sino a la labor del señor Schlesser que combina ropa de calidad y buen precio en sus diez tiendas.

 Roberto Verino y Adolfo Domínguez, que abandonaron unos años los shows para centrarse en su expansión nacional e internacional, han vuelto raudos y veloces a la pasarela madrileña reclamando, no sólo su hueco, sino su trozo de tarta publicitaria que ofrecen, de gratis, los medios de comunicación tanto escrita como visual.

Yo me he preguntado en esta edición si nuestro país, que tiene una tasa de paro que en algunas de nuestras comunidades autónomas supera el 30%, necesita una semana de desfiles que no tienen, por poner un ejemplo, en Italia. Y la respuesta sigue siendo NO.

La hornada de jóvenes diseñadores nacionales que si que estudiaron diseño, que aprendieron no sólo a cortar e hilvanar, a vender y a organizar un taller, aquellos que empezaron la casa por donde había que empezarla, por los cimientos, que siguen trabajando en sus talleres, y muchas veces compaginándolo con colaboraciones con otros diseñadores mas pudientes, sigue en las trincheras de sus talleres trabajando muy duro después de haberse dejado la piel y media vida currando para los que se supone son las estrellas de nuestro star system. La mayoría de ellos no hace desfiles, ni presentaciones. Su proyecto no es tan ambicioso ni sus egos tan grandes. Los pocos que salieron del taller e intentaron expandir su negocio mas allá de la confección a medida o están languideciendo de hambre o ya se dedican a otras labores relacionadas con la moda mas low. Y no voy a poner ejemplos porque no quiero ofender a nadie.

Quizá nuestra moda sea esa, la de los artesanos que pueden mantener su negocio, subsistir, dar empleo a no mas de diez personas pero elaborar colecciones bien pensadas, bien confeccionadas, reales, vestidos de noche de novia, de cocktail la mayoría hechos por encargo. No es algo negativo desde mi punto de vista, al contrario creo que se ajusta mas a nuestras necesidades, una moda real, para consumidoras reales.

Ya lo dije en un post de hace unos días, creo que la moda, sobre todo en España, va a tener que cambiar mucho en los próximos años. No podemos seguir creyéndonos que somos una potencia mundial porque básicamente no lo somos. La moda, la de verdad, la que hace soñar, la que convierte en poderosos a hombres que presiden grandes holdings de lujo no tiene cabida en nuestro país. No os equivoqueis defiendo nuestra cultura y a los artistas que se esfuerzan mucho, en algunos casos hasta la bancarrota, por sacar adelante sus colecciones aunque ésta no llegue a ningún lugar.

Visitando la semana pasada el taller del dúo Nihil Obstat o viendo la tienda de García Madrid o el propio desfile de Alvarno me di cuenta que la moda aquí, el proyecto de crear una moda internacionalizada, española, una base sólida con nuestros creadores, es completamente imposible porque la base de todo es que no hay ni industria potente que sustente a los creadores ni mercado que lo absorba. En estos días sólo he visto a una compradora extranjera, que por cierto iba muy bien vestida pero sin estridencias, y fue en el desfile de Arnaud Maillard y Álvaro Castejón. Las tres firmas carecen de pretensiones, no quieren generar tendencias ni modas de ida y vuelta, no quieren influir en el street style, ni acaparar la atención mediática mas allá de la cobertura necesaria para que su propuesta, que es real y cien por cien vendible, sea conocida en nuestro país, pese a ello el dúo Alvarno salían al día siguiente al extranjero para mostrar su muestrario a los vendedores europeos.

Creo que se avecina una etapa de cambio en nuestro país, probablemente las mujeres tendrán que dejar de soñar con vestirse con un vestido de Dior y conformarse con verlo en Internet, tendrán que volver a los talleres donde sus madres o sus abuelas se hacían los vestidos por encargo para eventos especiales, y léase como evento, una boda de una hija, la propia boda de una, el bautizo de un hijo o la Comunión de una sobrina.