jueves, 13 de noviembre de 2008

Kansai Yamamoto.

Acostumbrados como estamos a que los diseñadores japoneses exploren el desconstructivismo (e incluso lo inventen como término en moda) el minimalismo y técnicas de plisado de principios del siglo veinte, acostumbrados como estamos a que los diseñadores japoneses huyan de lo obvio, de lo sexy y de las formas clásicas, Kansai Yamamoto fue un revolucionario en las pasarelas europeas y asiáticas a mediados de los años setenta aportando al mundo de la moda una buena dosis de fantasía y tradición.


Así como los diseñadores europeos y americanos miran cada dos por tres a Asia como fuente de inspiración e incluso incorporan elementos tradicionales como el kimono a sus colecciones, el único diseñador, relevante, que no dio la espalda a su folklore es Kansai Yamamoto que se inspiró en el teatro japonés (kabuki) y partió de esta premisa para crear, de una forma totalmente barroca, sus primeras colecciones.


Las críticas de la época alababan su estilo, la teatralidad de sus desfiles y los movimientos coreografiados que él mismo enseñaba a las modelos que desfilaban en sus shows.
Mas que diseñador era artista y con conciencia del mundo en el que vivimos. Por eso organizó galas teatrales patrocinadas por grandes multinacionales para todos los públicos.

Su cénit como diseñador fue cuando a principios de los 70 se encontró con el David Bowie mas contracultural y ambiguo en su época como Ziggy Stardust, su colaboración fue objeto hace poco hasta de una exposición retrospectiva de los trajes que Kansai creó para las actuaciones de Bowie.


Ahora ya no queda nada de su firma, una firma que levantó con sólo 8000 dólares y tras conseguir el éxito profesional y empresarial y de las alabanzas de la crítica a su estilo decidió vender varias licencias en su Japón natal para comercializar con su nombre todo tipo de productos, desde zapatos hasta relojes pasando por maquinillas para depilar.